Ayer estuvimos viendo la actitud de la mujer samaritana al conocer a Jesús y hoy vamos a conocer algunos detalles de aquel hombre que Jesús sanó en Gadara.
gadara

El relato lo encontramos en Lucas 8:26-39
Este hombre era alguien que «no vestía ropa, ni moraba en casa sino en los sepulcros». Todos los que le rodeaban huirían porque era muy peligroso. Dice el pasaje que hasta rompía las cadenas que trataban de sujetarlo.

Pero llega Jesús y este hombre lo reconoce, «¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.» Y los demonios que habían entrado en él llegaron a rogar a Jesús que no les mandase al abismo. Estos demonios sabían perfectamente lo que Jesús era capaz de hacer!

Y Jesús hizo lo que debía para restablecer a aquel hombre que estaba fuera de sí enviando los demonios a un hato de cerdos que se precipitó por un despeñadero al lago para que todos se ahogasen.
Volviendo en sí, el hombre se vistió y leemos que estaba sentado a los pies de Jesús en su cabal juicio.
Imaginad si sería conocido por todo lo que haría que personas de los campos y de la ciudad se acercaron. Querrían verle y comprobar lo que los que apacentaban los cerdos les habían dicho.
Al verle tranquilo tuvieron miedo. Toda la región tuvo gran temor de Jesús y le rogaron que se fuese. 

«el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él; pero Jesús le despidió, diciendo: Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.»

Y aquel hombre que fue sanado quería estar con Jesús. 
Tal vez a veces solo queremos estar con Jesús, su comprensión y enseñanza nos sorprende y queremos permanecer todo el tiempo con él. 
Pero Él no quiere que nos limitemos sólo a estar cerca. Leer la Palabra, orar y cantar alabanzas es algo fundamental para los cristianos. Pero no debemos quedarnos en eso.
Jesús nos dice lo mismo que a este hombre, que volvamos a casa, que nos vean los que nos conocían antes de creer en Él , que hagamos y enseñemos como Jesús porque a veces queremos enseñar mucho pero demasiadas veces nuestras acciones muestran lo contrario de lo que enseñamos.
Jesús debe ser alguien que forme parte esencial en nuestra vida diaria, y quiere que hablemos del Evangelio de forma natural en todos los círculos en los que nos movamos. 
Este hombre que fue sanado quería estar con Jesús y seguramente al principio le costó entender porqué no podía estar con él siempre. Pero Jesús piensa en lo más adecuado para cada persona.
Tal vez si se hubiese marchado con Jesús hubiese tenido que explicar a todos que él había estado endemoniado y Jesús le sanó. Esto formaría parte de un testimonio impactante.
Pero Jesús pensó que la mejor manera de impactar era que aquellos de los campos y las ciudades que vieron a aquel hombre trastornado durante tanto tiempo conocieran el poder de Dios en su vida. Aquel del que todos huían cambió. Además su actitud fue la de publicar por toda la ciudad cuan grandes cosas había hecho Jesús con él. Casi todos lo conocían así que comprobarían verdaderamente el gran cambio que Dios había hecho en su vida.
Quiero deciros algo más, tanto la mujer samaritana como el gadareno fueron personas que cambiaron de forma automática. Todos sabéis que el cambio de vida habitualmente no es tan inmediato pero debemos luchar por no estancarnos. 
Debemos preguntarnos sobre nuestra manera de vivir. Aquello que hemos dejado de hacer porque Dios nos ha enseñado que estaba mal. Todos los cambios no son algo externo y cada uno sabe a lo que me refiero. 
Las personas cristianas sólo lo demuestran porque lo viven, no porque lo dicen. 
Pero no quiero dejaros con la idea de que estamos solos ante el peligro.
La Palabra de Dios en Josué nos da confianza. Siempre es bueno que cuando nos dicen que algo necesita mejorar nos presten ayuda o nos acompañen una solución. 
Nadie tiene la varita mágica para cambiar automáticamente porque somos personas que a veces aciertan y otras fallan. Pero Dios nos dice en Josué que podemos confiar en Él . 
«Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.» Josué 1:7-9 
Dios nos dice que debemos esforzarnos y ser muy valientes, confiar en Dios obedeciendo su Palabra nos da energía y mucha madurez para vivir. Dios sí sabe por lo que estamos pasando cada uno, sea bueno o sea malo. 
Pero también sabe que deberíamos estar mucho más cerca de Él y descansar en su voluntad para que seamos personas que viven una vida que genera interés, que llama la atención a los que nos rodean porque Jesús llegó a nosotros y nuestra reacción ante sus palabras cambió verdaderamente nuestras vidas.
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