El día 27 de Octubre colgué en Internet una reflexión sobre el día de los difuntos. Ironías de la vida me llevaron a un entierro el día 31 del mismo mes. Siendo mi asombro mayor, pude ver en directo lo escrito sobre este día: el colorido de las flores y las fechas de los fallecidos en este año, los cuales no se imaginaban estar en su última residencia, el cementerio.
Mientras el funcionario iba realizando la faena de introducir el féretro en su nicho correspondiente, iba mirando las sepulturas, unas y otras mostrando su estatus económico. Grandes losas de mármol muestran que el fallecido, debajo de la misma, era un personaje con posibilidades económicas. En otras, la mayoría, se ve la sencillez y la limpieza, y en su brillantez muestran la economía de la clase media-baja de sus familiares. Debajo de una losa colosal y de otra con mayor sencillez, hay lo mismo, seres humanos fallecidos.
He recordado, por un momento, unas palabras de Jesús en respuesta a una disputa económica. Jesús les dijo:
  “Mirad y guardaos de toda avaricia porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee, porque ¿qué aprovechará el hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?”.
Es interesante esta reflexión que hace el Señor Jesús y como la describe de una forma exagerada, ¡ganar todo el mundo! Realmente nadie puede ganar todo el mundo. Sinceramente, en nuestro yo interior sí hay un deseo de querer ser más. El pastor que tiene diez ovejas, en su corazón quisiera tener veinte; el dueño de un supermercado desearía vender crecidamente y así aumentar sus instalaciones más y más,…y así sucesivamente llegaríamos a la conclusión de que no tenemos arreglo.
Al referirme a los fallecidos de los diferentes estatus económicos en el cementerio, probablemente al rico le hubiese gustado ser más rico y al pobre tener mayores posibilidades económicas o poder ser un poco rico. Es por eso que el Señor Jesús dice “guardaos”. Un sinónimo que nos puede decir lo mismo es prevenir. Él nos quiere prevenir de caer en la locura humana de la avaricia, la cual nos desvía de disfrutar de la vida hermosa.
Hay una pregunta que nos hace de forma negociante como diciendo: vosotros que sois dados a la avaricia, que sabéis negociar esto y aquello en la vida diaria, sacando el mayor provecho a todas las cosas, “¿qué aprovechará el hombre si ganare todo el mundo?” ¡Qué apetecible ganar todo el mundo! ¡Qué buen negocio podríamos hacer! Pero, he aquí, que sigue la pregunta y dice con un sonido estridente “¿y perdiere su alma? O ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?”.
Perder el alma, la esencia espiritual que nos hace humanos, a imagen y semejanza de Dios, y con la que cuando morimos partimos hacia Él. Muy mal negocio haremos si ganamos todo el mundo, aunque es imposible, pero sí en el caso que ganemos aquello que nos impida acercarnos a Dios.
¿Qué precio tengo que pagar por mi alma?
Los que hayan fallecido después de ganar todo el mundo cuando estaban vivos, ¿qué harán para solucionar ese gran problema, salvar su alma? Pero Jesús le habla a los vivos, a nosotros, y nos aconseja que aprendamos ahora que tenemos la oportunidad de cambiar. Prevenirnos de la ansiedad de poner la mira, solamente, en lo material y dejar a un lado a la persona de Dios.
Para a ti que lees, ahora mismo es un gran día, un gran día de salvación. Dice Jesús en otro momento “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.” Él os invita a vosotros, que estáis trabajados, cansados de buscar, de afanarse, de no tener la satisfacción espiritual,…Jesús os dice: venid, yo os haré descansar, en mis palabras encontraréis el valor real de esta vida en su justa medida.
Reflexionad sobre vuestros caminos en estos días. Los seres humanos somos de una hechura especial y Dios quiere tener comunión con nosotros. Ve a Jesús, Él quiere dar un valor real a tu vida.
                                                                                                      
  Manuel Sampedro Frutos

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